República Dominicana en transición: avances palpables, desafíos por consolidar
- Hoy Te Enteras

- 12 ago
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El balance presentado por el presidente Luis Abinader ofrece un panorama de logros que, en cifras, resultan difíciles de ignorar. Indicadores en salud, seguridad, vivienda y economía muestran mejoras medibles: mayor esperanza de vida, menor mortalidad infantil, ampliación de la red hospitalaria, drástica reducción de la tasa de homicidios y crecimiento sostenido del PIB per cápita. Estos resultados respaldados por obras concretas como hospitales, centros de primer nivel, titulaciones y programas de empleo dan tono a una gestión que ha priorizado la inversión en capital humano e infraestructura básica, elementos indispensables para cualquier proyecto nacional de desarrollo.
Sin embargo, el relato oficial exige lectura crítica más allá del titular. Las cifras agregadas ocultan desigualdades territoriales y socioeconómicas que persisten: la cobertura de servicios puede mejorar en promedio mientras comunidades rurales y barrios marginados sigan rezagados en acceso efectivo a atención especializada, agua potable y servicios de calidad. Además, indicadores como la reducción de embarazos en adolescentes y la cobertura social requieren análisis sobre la sostenibilidad de los programas y su calidad, no solo sobre números absolutos de afiliados o de cursos impartidos.
En materia de seguridad, la caída de la tasa de homicidios es un logro relevante y estratégico para la percepción del país y la atracción de inversión y turismo. No obstante, la seguridad ciudadana también demanda reformas sistémicas en justicia, prevención integral y atención a factores estructurales del delito: pobreza, desempleo juvenil y debilidad institucional. Los aumentos salariales y la incorporación de agentes son importantes, pero deben ir acompañados de control civil, capacitación continua y evaluaciones de impacto independientes para evitar retrocesos.
La economía y el impulso productivo muestran aciertos claros: crecimiento del PIB per cápita, récord de inversión extranjera, recuperación del turismo y dinamismo en zonas francas y agroindustria. Aun así, la calidad del empleo y la distribución del ingreso siguen siendo preguntas abiertas: la creación de empleos formales es positiva, pero la brecha salarial, la informalidad persistente y la necesidad de empleos de mayor valor agregado exigen políticas industriales, educativas y de innovación más ambiciosas y sostenidas.
En educación y tecnología se observan iniciativas interesantes, desde programas de robótica hasta expansión de la primera infancia y formación técnica masiva. Estas acciones son estratégicas para cerrar brechas futuras y mejorar la competitividad, siempre que se mantenga la calidad docente, la conectividad y el seguimiento de trayectorias estudiantiles. La clave estará en trasladar cobertura a resultados: mejores aprendizajes, vinculación formativa con el mercado laboral y medidas que eviten la deserción a mediano plazo.
En síntesis, el periodo 2020–2025 presenta avances concretos y una agenda de obras y programas que han movido varios indicadores en la dirección correcta. Ahora corresponde a la sociedad y al periodismo exigir que esas cifras se traduzcan en equidad, sostenibilidad y transparencia: verificar el impacto real en territorios olvidados, garantizar la rendición de cuentas y diseñar políticas públicas que no solo mejoren promedios, sino que transformen la vida cotidiana de quienes hoy aún quedan al margen.






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